En su larga extensión, el Arroyo El Gato recorre gran parte de nuestro distrito, pasando por zonas industriales, residenciales, comerciales, sociales y deportivas.
Más del 55% de la población local reside en su área de influencia. Sin embargo, sus altos niveles de contaminación son un problema de larga data que los sucesivos gobiernos han desoído, al punto de que hoy constituyen una verdadera amenaza para el ambiente y también para la salud de todos los vecinos.
Estudios recientes dan cuenta de que el principal problema del arroyo es la alteración de la calidad de su curso de agua que se genera a partir de la presencia de distintas fuentes contaminantes, como vertidos de efluentes cloacales sin tratar o insuficientemente tratados, vertidos de efluentes líquidos industriales, desagües pluviales con residuos sólidos, conexiones clandestinas de cloacas, vuelcos ilegales de actividades no industriales (estaciones de servicio, lubricentros, talleres de pintura), residuos sólidos urbanos que se arrojan directamente al curso del arroyo o son arrastrados desde basurales en las márgenes del mismo y el escurrimiento superficial de agroquímicos
utilizados en áreas rurales, provenientes de la cuenca superior.
En efecto, uno de los mayores riesgos es la instalación de una planta de tratamiento de aguas negras por parte de ABSA. Esta planta no funciona correctamente, no da abasto para tratar todos los residuos que recibe y libera sin ningún tipo de tratamiento más del 60% de los líquidos cloacales que llegan sin ninguna restricción al Río de La Plata.
Algunos informes indican, incluso, que los lixiviados están filtrando al Acuífero Puelche, una fuente de agua natural sumamente importante para la región.
La concentración de bacterias fecales -cinco veces mayor a la permitida (25 mil por mililitro, cuando no deberían superar las 5 mil)-, junto con la elevada concentración del anión nitrato disuelto en la superficie, elevada presencia de hidrocarburos y detergentes, generó que más de la mitad de su curso no tenga vida, porque el agua carece de oxígeno suficiente. Por la misma situación, la población que vive en sus márgenes o cercanas a estas, presentan mayor cantidad de enfermedades estomacales, epidérmicas y
dificultades respiratorias.