Cada 29 del mes, este lugar de la cocina italiana que nació en el año 85 en la calle Esmeralda, tiene una fiesta de ñoquis, con 25 salsas, y cuatro media porciones para compartir.
Como todo lugar italiano, el restaurante Broccolino, sigue la tradición y prepara únicamente gnocchis los 29 de cada mes. Ofrecen ñoquis de espinaca y ñoquis de papa, que se pueden combinar con más de 25 salsas y con la opción de la media porción o porción entera.
También tienen una selección de ñoquis, donde vienen cuatro medias porciones dos de verdura y dos de papa en un plato dividido por dos panes caseros en forma de cruz elaborado en el momento y servidos con cuatro salsas diferentes, las más tradicionales, de pesto, crema, carbonara, bolognesa y pomodoro.
Broccolino abrió sus puertas por primera vez en febrero de 1985, en el local donde estaba la agencia de publicidad familiar. El nombre es un homenaje a los italianos que se instalaron en Brooklyn luego de las primeras olas migratorias. En Argentina, con el recetario de Luciana y la nonna que venían de Livorno, Italia, la familia se embarcó en una nueva aventura gastronómica.
Hoy, Alejandro Ballabeni, hijo de Luciana, lidera un equipo que fue creciendo y por el que pasaron hijos, nietos y sobrinos, y donde continúan trabajando luego de más de 25 años, cocineros y mozos que son parte del corazón del restaurante. Broccolino fue creciendo y sumó un salón y un área de producción, donde se amasan las pastas frescas que alimentarán a locales y turistas que entran atraídos por el aroma que se cuela hasta la vereda.
¿Qué pedir en Broccolino cuando no es 29?
Las pastas son las estrellas del lugar. Frente a la nutrida carta es difícil no tentarse con una pasta rellena como los ravioles de ciervo con salsa Alfredo que trae hongos y pesto. Muchos eligen los clásicos Tagliatelle all’amatriciana o alla puttanesca para quien quiere un poco de picante y para aquellos a los que les gusta compartir, hay una selección de pastas que trae cuatro variedades con 4 salsas a elección.
Antes de las pastas, pocos se resisten a los Calamaretti Broccolino que vienen flambeados en vino blanco, o a la cebolla Broccolino, un plato tradicional que se fríe abierta y se sirve en forma de flor. Tampoco faltan las Berenjenas alla parmesana y la Caprese Fior di Latte.
Entre las carnes, la Saltimbocca alla Romana es un clásico del lugar junto con el Lomo a la Pimienta, sabores nostálgicos que sobreviven en el menú. Y como buen restaurante italiano no puede faltar el Risotto en sus distintas variedades.
Para el momento de los postres, nada de sutilezas: el Pecatto di Cardinale es una oda al goloso indeciso, un poco de todo para el cierre de una comida all uso nostro, suculenta y sabrosa, ¿por qué elegir si se puede tener todo?
¿Dónde? Esmeralda 776, Microcentro